Los trastornos alimenticios se han conformado como uno de los grandes problemas que se han
acentuado en la actualidad y sobre todo en las adolescencias (la adolescencia primaria, media
y tardía). Estas patologías se han empezado a visibilizar en la década del 60', llevando consigo
múltiples denominaciones que actualmente terminaron designándolas como Trastornos de
Conducta Alimenticia (TCA). En tanto, se podría afirmar que existen distintos tipos de TCA,
como ser anorexia, bulimia, ortorexia y vigorexia, y entre ellas, se encuentra la ingesta
compulsiva.
Esta última, se la define como aquellos hábitos de consumo exagerado de alimentos que se
realizan de una sola vez y diferente de la bulimia propiamente dicha. Este hecho, no se
constituye en un suceso aislado, sino en una constante en la que pueda haber, en ciertas
ocasiones, hasta un mes entre uno y otro atracón. Por ello, la persona que sufre esta dolencia,
llega a consumir varias calorías con la finalidad de calmar la ansiedad o la depresión
encubierta, en vez de saciar el hambre (Henrique, 2014).
Sumado a lo anterior, surge un incremento notable de la popularidad de los gimnasios sin un
seguimiento adecuado de los presentes y los profesionales que desarrollan su actividad en
estos espacios. La ausencia de estas cuestiones, traen aparejada una dependencia exagerada
de la actividad física como factor atenuante del padeciente y que deriva en una potencial
distorsión en términos perceptivos.
De esta forma, la relación existente entre la ingesta compulsiva y el ejercicio físico extremo,
recae en sus plataformas psicosociales, emociones, personales y de género, atento a la historia
de vida del sujeto.
¿Cómo detectar la presencia de estas variables?
1. Aparece la ansiedad, el sentimiento de vacío que se necesita llenar por medio del
alimento y que desemboca en la angustia propiamente dicha.
2. La instancia de la sobreingesta. Periodo impulsivo, por medio de la cual, la persona
atenúa los índices de cortisol. El cortisol, es lo que se conoce como la hormona del
estrés. Por ende, se puede decir que la sobre ingesta desciende los niveles de estrés.
3. El momento posterior a la sobreingesta, es cuando aparecen aquellas emociones
erráticas catalogadas de negativas, como ser la rabia, el enojo, la pena, etc.
4. Aumento en el día a día de los niveles de ansiedad y diversos desencadenantes en
relación a considerables tipos de personalidad, por ejemplo: una autoestima baja o un
elevado narcisismo y un perfeccionismo como riesgo adicional. Además, los contrastes
en la personalidad, son la característica suprema de la relación entre la ingesta
compulsiva y el ejercicio físico extremo.
5. Tendencias relacionadas a la práctica deportiva con rasgos obsesivos-compulsivos, en
donde el entrenamiento y las dietas, toman el mismo carácter y carecen de
supervisión médica.
6. Gran carga de entrenamiento con presencia de actividades aeróbicas. Cuando se habla
de “gran carga”, se está haciendo referencia a un periodo de actividad física entre las
tres y seis horas de entrenamiento, en una frecuencia de más de cuatro veces a la
semana.
7. Ataques de ansiedad o de pánico frente al espejo. Generalmente, el sujeto se ve
desnudo.
8. Presencia de conductas autolesivas (se la define como toda conducta deliberada,
destinada a producir daño físico directo en el propio cuerpo, sin la intención suicida).
9. Desestabilización en el ambiente familiar. Siempre hay que recordar que toda
conducta TCA, no es solo una patología individual, sino nuclear que implica al sistema
micro del individuo, a saber: La familia.
10. Y lo más importante, dificultad del padeciente en desarrollar sus actividades a causa
de la ansiedad, estrés y gran carga de angustia.
Si alguna persona cumple con la mayoría de estos síntomas, deberá acudir rápidamente a un
cuerpo médico interdisciplinario, conformado por psicólogo, psiquiatra, medico clínico,
nutricionista y endocrinólogo, ya que el ser humano es una unidad bio-psico-social. Y lo
fundamental: por un lado, determinar un tratamiento destinado no sólo al padeciente, sino a
la familia; y por el otro, no caer en la búsqueda de una cura inmediata. La cura psicoanalítica,
no es aquella que se conoce a nivel coloquial. Desde el momento que el ser humano tiene la
capacidad de recordar, se apela en el artificio de la terapia, poder atenuar lo traumático que
impide al sujeto desenvolverse día a día. Pero, conlleva un largo proceso.