A un año de la entrada en vigor de la Ley Local 18 (LL18), la famosa normativa que regula los alquileres temporarios en Nueva York, la confusión persiste: ¿se puede o no se puede alquilar un departamento por pocos días en la Gran Manzana?
La respuesta corta es sí, pero bajo condiciones tan estrictas que en la práctica la mayoría de los alojamientos desaparecieron de las plataformas.
Desde septiembre de 2023, la LL18 obliga a que todo anfitrión registre su propiedad ante el ayuntamiento y cumpla con requisitos muy puntuales:
En otras palabras: quedarse solo en un departamento alquilado por pocos días está prohibido, salvo que compartas el espacio con quien lo alquila. Esto dejó fuera de juego a miles de anuncios en Airbnb y otras plataformas.
La promesa de la ciudad era clara: liberar viviendas del mercado turístico para volverlas accesibles a los residentes. Sin embargo, un año después, los resultados cuentan otra historia.
Según datos de StreetEasy y Apartment List, las rentas subieron un 3,4% y la tasa de vacancia se mantuvo en 3,4%, prácticamente igual que antes. El impacto en la crisis habitacional fue mínimo.
En cambio, los precios hoteleros se dispararon: el valor medio por noche aumentó un 7,4% en 12 meses, más del triple del promedio nacional, según el informe de Costar. Esto convirtió a Nueva York en un destino más caro para los viajeros y más concentrado en el turismo del centro de Manhattan.
Antes de la ley, Airbnb y otras plataformas habían diversificado la estadía de los visitantes: el 37% de los alojamientos estaban en Brooklyn y el 13% en Queens, barrios con menos oferta hotelera pero llenos de vida local.
Con la LL18, muchos de esos barrios quedaron sin opciones accesibles de hospedaje, y con ello también se perdió el movimiento económico que generaban los turistas en cafés, restaurantes y pequeños negocios de la zona.
La Cámara de Comercio de Brooklyn advirtió que esta situación provocó una caída en el turismo barrial y afectó a las familias que alquilaban una parte de sus casas para cubrir gastos. En algunos casos, esos ingresos representaban la diferencia entre mantener o perder una propiedad.
Hoy, no está prohibido alquilar en Nueva York, pero sí está prohibido hacerlo como lo entendíamos hasta ahora.
Los alquileres temporarios están reducidos a convivencias reguladas, los hoteles son más caros y la ciudad enfrenta un debate abierto sobre cómo equilibrar turismo y vivienda.
Para los viajeros, el impacto es directo: menos opciones, precios más altos y una experiencia menos diversa.
Y para los barrios, un silencio inesperado: el de las valijas que ya no llegan.